María Amelia de Orleans (1865-1951), Reina de Portugal, tuvo una de las vidas más azarosas que se recuerdan entre los reyes y reinas de su tiempo. Nacida y fallecida en el exilio, no solo tuvo que sobrellevar la muerte de su marido y de su hijo en un terrible atentado de la que ella fue igualmente víctima sino que años después, tuvo que abandonar Portugal tras la proclamación de la república en el país luso.
María Amelia nace en la residencia de los Orleans, en el exilio londinense, el 28 de septiembre de 1865. Su padre era aspirante al trono francés. Su madre, nació en Sevilla. La infancia de María Amelia,se caracterizaría por la excelente relación que mantenía con su padre,aunque no con su madre, de carácter muy severo.Con su padre, compartía la pasión por la naturaleza y los animales. Tuvo tres hermanos y dos hermanas, con los que siempre estuvo muy unida. Dos de los varones fallecieron siendo niños, lo que supuso un gran mazazo para la futura reina portuguesa. Especialmente memorables eran los veranos, cuando la familia se trasladaba a España y María Amelia podía pasar los días con su idolatrado abuelo materno.
En 1884, durante una visita del rey Alfonso XII, la prensa española se fijaría en la belleza de María Amelia,muy alta, de pelo muy oscuro y ojos marrones, y así se convertiría en una candidata ideal a ser esposa de alguno de los príncipes casaderos europeos del momento. Así sería cuando su tía, la duquesa Clementina de Sajonia-Coburgo-Gotha, en un viaje a la corte real de Lisboa, enseñaría una foto de su sobrina al príncipe heredero Carlos, que, con solo verla, quedaría prendado de la joven hispano francesa. En enero de 1886, el Príncipe se trasladaría a Francia para conocer a María Amelia. El flechazo fue mutuo. Durante la cena de gala que se organizó en honor del Heredero portugués, María Amelia no pudo resistirse y confesó al Príncipe sus sentimientos. Éste, entusiasmado, escribió una carta a su padre, el rey Luis, para comunicarle que había conocido “a la criatura más bella jamás vista”.La pareja se comprometió casi de inmediato en una fastuosa ceremonia en París.
La ya Princesa de Portugal se despidió de sus padres y partió a su nuevo hogar.
La boda real se celebró el 22 de mayo de ese año en la Iglesia de Santo Domingo de la capital lusa.La princesa Amelia sorprendió a todos con su vestido de boda. Tras una corta luna de miel en Sintra, los Príncipes se instalaron en el Palacio de Belém.
Los primeros años de matrimonio fueron muy felices. La pareja tuvo tres hijos.
Amelia no se limitó a ser una consorte al uso. Además de mantener toda su vida un diario y ser una apasionada de los caballos, la futura Reina se interesó por los problemas de la sociedad de su nuevo país y por el bienestar de los más desfavorecidos.Visitaba barrios marginales, lo que provocó no pocas críticas de la aristocracia lusa, que consideraba inapropiado el contacto directo de una futura Reina con las clases bajas. Sin embargo, la Heredera se mostró inflexible en su deseo de ayudar a los excluidos y fundó dos organizaciones sociales de gran relevancia en Portugal: el Instituto Princesa Doña Amelia y la Asociación Nacional contra la Tuberculosis.
En octubre de 1889 el rey Luis de Portugal fallecía de forma súbita en Cascaes. Menos de un mes después de la muerte del monarca, el príncipe Carlos era aclamado como Rey. Comenzaría así el reinado de Carlos I y de su esposa, la reina Amelia. Los primeros años de mandato de los nuevos Reyes transcurrieron con tranquilidad. Sin embargo, en 1902, la salud de la Reina, de 38 años, sufre un grave revés al ser víctima de un infarto. La relación con su marido asimismo se enfría y las disputas políticas entre republicanos y monárquicos en Portugal se acentúan.
En 1908, la tensión en el país estalla de la peor forma posible.La Familia Real sufre un atentado en la Plaza del Comercio de Lisboa. Dos republicanos disparan a sangre fría contra el carruaje real. El Rey muere de forma instantánea de un balazo en el cuello, mientras que el Heredero es herido de muerte al intentar defender a su padre. El príncipe Manuel recibe un impacto de bala en el brazo, mientras que la Reina, quien desesperada había intentado golpear a los asesinos con un ramo de flores, salió ilesa del crimen.
Pese al dolor de perder a su marido y a su hijo mayor, la Reina fue consciente de que su deber era el de formar a su hijo Manuel en las labores de Rey.Sin embargo, las habilidades políticas del rey Manuel eran escasas y todo el mundo era consciente de que el estallido de una revuelta era solo cuestión de tiempo.El 5 de octubre de 1910 fue proclamada la República de Portugal.
La Familia Real fue obligada a abandonar Lisboa. La reina madre Amelia y varios fieles a la causa monárquica,se embarcan en el yate Amelia en dirección a Gibraltar. La Familia Real se traslada a continuación a Inglaterra, donde son acogidos por el hermano de la reina Amelia, el Duque de Orleans, en su casa de Woodnorton.
Tras varios años en tierras británicas, la reina Amelia decide regresar a Francia aconsejada por sus médicos, que la disuaden de residir en el frío y húmedo Londres. En Château de Bellevue, no lejos de Versalles, pasará la reina Amelia los últimos treinta años de su vida. Serán años de incansable actividad en favor de la Cruz Roja y de incontables obras de caridad. En 1932 el rey Manuel fallecía de una enfermedad sin haber tenido descendencia. El varapalo para la reina Amelia fue descomunal. El Rey fue enterrado en Portugal con todos los honores gracias a la intervención del dictador António de Oliveira Salazar.
Sería el mismo Salazar el que en 1945 invitaría a la reina Amelia a visitar Portugal. La Soberana aceptó y nada más llegar,quiso visitar las tumbas de su marido y de sus hijos en el monasterio de San Vicente de Fora.Regresó a París, tras ser aclamada por multitud de portugueses en la estación de tren.
Los problemas cardíacos de la Reina se agravaron en sus últimos años de existencia. En 1951 la Soberana portuguesa fallecía a los 87 años de edad.Por orden de Salazar, los restos mortales de la reina Amelia fueron trasladados a Portugal donde fue enterrada junto a sus familiares. Fue tal la cantidad de portugueses que quisieron despedirse de su última reina que la capilla ardiente estuvo abierta treinta días. Por deseo de la Reina, su mortaja fue el vestido manchado de sangre, que llevaba el día dell atentado que le arrebató la vida a su esposo y a su hijo Luis Felipe. En su tumba se puede leer la inscripción: “Aquí descansa en Dios, Doña Amelia de Orleans y Brabanza, Reina en el Trono, en la Caridad y en el Dolor”.
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