JULIA CLARY,LA REINA INTRUSA...
Mujer de José I Bonaparte,se convirtió en la primera reina española que carecía de origen principesco y aunque nunca estuvo en España, ejerció como tal desde París.
El hecho de haber sido esposa de una de las figuras más denostadas de la historia de España y reina consorte en uno de sus momentos más convulsos, unido, quizás, a su poco arrebatador físico , han provocado que Julia Clary ,sea una de las soberanas españolas más desconocidas.
Nació en 1771 en Marsella. Su padre, François Clary, era un acaudalado comerciante de seda que había contraído matrimonio en segundas nupcias con Françoise Rose , con la que tuvo dos hijos y cinco hijas. La familia Clary, jugaría un papel más que relevante en la historia de las monarquías europeas,no sólo Julia se convertiría en reina de España y de Nápoles sino que su hermana pequeña, Desideria, llegaría a ser reina consorte de Suecia y Noruega y parte, así, de la dinastía Bernadotte, aún reinante hoy en día en Suecia.
Desideria sería, clave para el encuentro de Julia con José Bonaparte, ya que sería novia del Emperador hasta que éste decidiera casarse con Josefina. A través de su hermana pues conocería al hermano mayor de Napoleón. A partir de entonces comenzaría una historia de amor que se formalizaría con una boda celebrada el 1 de agosto de 1794 en el sur de Francia.
Tras el enlace, la pareja de recién casados se instaló en Génova, donde José Bonaparte, jurista de profesión, trabajó como abogado. Sin embargo esta vida tranquila en Italia, que tanto agradaba a Julia, llegaría pronto a su fin,ya que Napoleón se apoyaría en su hermano intensamente en la realización de sus ambiciones políticas. José fue nombrado embajador de Francia en el Ducado de Parma y posteriormente en Roma.
Con motivo de las llamadas Guerras Napoleónicas la responsabilidad de José Bonaparte se acrecentó. Este periodo culminaría con su proclamación como Rey de Nápoles en 1806, función que desempeñaría durante dos años.
Mientras la carrera política de su marido alcanzaba cotas cada vez más altas, Julia se esforzaba en crear una familia alejada de las ansías de poder.En 1796 nacería la primera hija del matrimonio, Zenaida, que fallecería a los quince meses de vida. No sería hasta cinco años después, en 1801, cuando nacería la segunda hija de la pareja y que compartiría el nombre de su hermana fallecida. Zenaida llegaría a ser Infanta de España e incluso, según algunos historiadores, Princesa de Asturias, al ser la hija mayor de los Reyes. En 1802 Julia daría a luz a su tercera y última hija, Carlota, que terminaría siendo, si bien brevemente, Reina de Holanda después de contraer matrimonio con Luis Napoleón Bonaparte.
Sin embargo las cada vez más exigentes responsabilidades de José Bonaparte comenzaron a hacer mella en Julia, que agotada, sufrió una caída que le provocó un aborto. A partir de ese momento su salud se deterioró hasta tal punto que su marido decidió enviarla al castillo de Mortefontaine en el norte de Francia y al balneario de Plombières en la actual Bélgica.
Tras la llegada de José Bonaparte al trono de Nápoles la ya convertida en reina Julia se demoró en reencontrarse con su marido.De hecho no sería hasta el final del reinado cuando la soberana acudió en compañía de sus hijas a Nápoles.
Pese a que siempre se ha afirmado que la razón de las reticencias de la Reina a viajar a Italia se debía a su deplorable estado de salud, actualmente se apunta que hasta sus oídos, habrían llegado rumores de la existencia de una amante de su marido. Sea como fuere, la Reina terminó accediendo a los deseos de su esposo y se instalaría en la corte napolitana. Sin embargo la estancia en Nápoles sería breve ya que a los pocos meses José Bonaparte sería nombrado Rey de España por orden de su hermano Napoleón.Sin embargo a mitad de camino, concretamente en Lyon, las noticias que llegaban desde Madrid hablaban de una revuelta popular sin precedentes contra el invasor francés. El Rey, preocupado por la seguridad de su familia, decidió que la Reina y la Infantas se trasladaran a París mientras intentaba recuperar el control del país.
Pese a desconocer al pueblo español , la nueva Reina se mantuvo en todo momento informada de la situación en territorio español a través del embajador Diego Fernández de Velasco.
Los ecos desde la capital del Reino eran en cualquier caso más que preocupantes. Pese a que su marido pretendió reformar profundamente España, la contestación de la ciudadanía fue de rechazo.Julia también tuvo que escuchar innumerables murmuraciones sobre los presuntos romances del Rey en la Villa y Corte entre los que se contarían los que habría mantenido con la Condesa del Vado, la Condesa de Jaruco o la cantante de ópera Nancy Derjeux.
Finalmente en 1813 la situación en España llegó a ser insostenible. El Rey decidió abandonar el país rumbo a Francia, no sin antes proveerse de un buen número de joyas y obras de arte españolas, entre las que se encontraban la mítica perla “Peregrina” y el no menos mítico brillante “El Estanque”, que acabaría en manos de la reina Julia.
Tras la caída en desgracia de Napoleón, su hermano José, decidió trasladarse al exilio en los Estados Unidos. Su mujer, cada vez más frágil, no le acompañó, sino que marchó a Fráncfort, donde intentó, malvendiendo el patrimonio que su marido había hurtado en España, rehacer su vida con el apoyo de sus hijas.
En 1841, veintiséis años después de su separación, José Bonaparte y Julia Clary volvieron a reunirse, esta vez en Florencia. Como siempre había ocurrido hasta entonces, la reina Julia, resignada, volvió a aceptar a su marido pese a que era consciente de una larga relación extramatrimonial de Bonaparte en tierras americanas.
Tras un puñado de años de escasa vida social en tierras italianas, José I fallecería en 1844, mientras que su mujer, Julia, lo haría un año después. Sin haber pisado España nunca y con una existencia marcada por la discreción y una endeble salud, la reina Julia se puede considerar pues, como la soberana española más ignorada.
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