Capitán era un perro callejero, mezcla de ovejero alemán y otras razas. Tenía 16 años y una fidelidad a prueba de todo, incluso de la muerte de su dueño, Miguel Guzmán, fallecido en 2006. Visitó su tumba todas las tardes desde que la encontró en 2007, sin que nadie sepa cómo, hasta el día de su propio fallecimiento, hace un par de días en Villa Carlos Paz (Córdoba, Argentina). Su amor por su dueño era tal, que se quedó a vivir en el cementerio. Nada pudo apartarlo de allí y eso que la viuda de Miguel, Verónica Moreno, y su hijo Damián se lo llevaron a casa, pero Capitán se escapó y regresó al camposanto.
Y eso que, desgraciadamente, no tuvo la oportunidad de convivir durante mucho tiempo con el difunto Miguel Guzmán, que se lo regaló a su hijo Damián a mediados de 2005. Al parecer, a Verónica, su mujer, no le hizo mucha gracia la sorpresa porque iba a suponer más trabajo para la familia, teniendo en cuenta que Damián contaba solo 6 años. Unos meses después, en marzo de 2006, Miguel murió en el hospital de Carlos Paz. Su velatorio fue lejos de ese centro hospitalario y fue enterrado en el cementerio un día después.
Coincidiendo con la muerte de Miguel, Capitán desapareció. Damián y Verónica pensaron que lo habrían atropellado y no volvieron a verlo hasta un año después, en 2007, cuando ya habían perdido toda esperanza. Fue precisamente en el cementerio, cuando acudieron a visitar la tumba de Miguel.
Al parecer, según les contaron los operarios del camposanto, Capitán llevaba meses rondando por allí hasta que localizó una tumba en concreto que visitaba a diario. Nadie sabe cómo la encontró. Pero era la de Miguel y allí coincidió de nuevo con Verónica y Damián. Emocionado, el perro corrió hacia ellos ladrando.
"Un día, cuando fui con mi hijo al cementerio, lo encontramos ahí. Damián comenzó a gritar que era Capitán y el perro se nos acercó ladrando, como si llorara", expresa con emoción Verónica. Pero al regresar, Capitán no los siguió, aunque lo llamaban. Se quedó en el cementerio. "El domingo siguiente volvimos a visitar la tumba de Miguel y el perro estaba ahí. Esa vez nos siguió en el regreso, porque habíamos ido caminando. Se quedó un rato con nosotros en casa pero después volvió al cementerio", ha relatado Verónica . Madre e hijo intentaron varias veces más llevarlo a casa sin éxito.
Los trabajadores del cementerio empezaron a darle comida y a cuidarlo. Y el perro repetía una y otra vez el mismo ritual. "Capitán recorría el cementerio conmigo todos los días. Pero cuando llegaban las seis de la tarde se iba para el fondo, donde está la tumba de su amo y se quedaba allí tumbado", ha contado el director del cementerio, Héctor Baccega. Así 11 años, desde 2007 hasta 2018. Creo que los humanos tendríamos que apreciar más los recuerdos de los que se nos van. Los animales nos enseñan tanta fidelidad.
Ahora los responsables de la Fundación Protectora de Animales (FUPA), que también lo alimentó y lo cuidó durante años, quieren que Capitán sea enterrado junto a Miguel. Parece que eso no va a ser posible por un problema legal, pero las autoridades locales están barajando la posibilidad de enterrar a Capitán en una plazoleta justo enfrente del cementerio y levantar allí un monumento en su honor.
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