La unidad K-9 del Ejército estadounidense está formada por perros militares que son empleados para buscar y detectar explosivos, minas, drogas y perseguir ciertos objetivos. Estos perros altamente entrenados pueden costar entre 25.000 y más de 280.000 dólares, dependiendo del nivel de experiencia y habilidades que posean. En la operación para acabar con Osama bin Laden en mayo de 2011 intervino un perro de guerra, otro pastor belga bautizado con el nombre de Cairo que acompañó al equipo de élite de los Navy Seals en sus labores de rastreo. estos perros suelen ir ataviados con chalecos a los que se les añaden cámaras y sensores para retransmitir en directo sus movimientos durante las misiones.
Durante su intervención resultó herido, pero ya se ha recuperado de las heridas. En los próximos días, sera recibido en la Casa Blanca para condecorarle.
Los perros forman parte de la cultura militar que se remonta a la Primera Guerra Mundial, generalmente se clasifican como suboficiales, un rango más alto que el guía del perro. El primer perro que participó en una batalla fue “Sargento Stubby“, participó en cuatro ofensivas importantes y su primera lesión en combate fue por una explosión de gas mostaza, pero salvó a su regimiento gracias a su olfato y sus ladridos.
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